domingo, 22 de noviembre de 2009

El Sueño de Inocencio


En 1198, la iglesia católica estaba a punto de ser absorbida por el imperio germánico.Ese año fue elegido papa un aristócrata italiano ,llamado de inocencio III, logró convencer a la cristianidad de que él no sólo éra el sucesor de San Pedro sino el representante de Jesucristo en la tierra. Esto le permitió llevar a la iglesia a su momento más alto de la historia.Para esto , tuvo que enfrentarse a los reyes de Europa, a los herjes, a los musulmanes, y sobre todo,asi mismo. Inocencio III, determinó que era lo bueno y que era lo malo,convocó dos cruzadas y fundó una policia para supervisar la ortodoxia (los dominicos), invento mecanismos de control , como la confesion y el matrimonio indisoluble, aniquiló a la competencia (la iglesia de constantinopla y el movimiento de los cátaros, e incluso, despojó de su reino al monarca de Inglaterra, considerando por el teólogo hans hung.

De todas maneras no nos hemos rendido y de entre todas las pinturas que ilustran la "Leyenda de San Francisco" hemos elegido una para comentarla en términos estructurales, la que nos pareció más interesante, dado que en ella se narra precisamente la ruina de un edificio, y que además existe otra versión posterior con alguna variante de interés. La secuencia elegida narra el sueño del Papa Inocencio III. Al respecto la "Leyenda Mayor" dice así: "En efecto, refirió haber visto en sueños cómo estaba a punto de derrumbarse la basílica lateranense y que un hombre pobrecito, de pequeña estatura y de aspecto despreciable, la sostenía arrimando sus hombros a fin de que no viniese a tierra."

Giotto. El sueño de Inocencio III. Basílica de San Francisco de Asís

El que tuvo el sueño fue el Papa Inocencio III (1198-1216), quizás el Papa más poderoso de toda la historia. Francisco, junto con once de sus seguidores había viajado hasta Roma para pedir al Papa la aprobación de su Regla. Una vez en Roma, Guido, el obispo de Asís, presentó a Francisco al cardenal Juan Colonna de San Pablo, obispo de Sabina, quien le conseguiría una audiencia. El Sumo Pontífice animó y bendijo a Francisco, pero sin embargo, no aprobó su Regla, al parecer debido a su extrema austeridad, "tan ardua que sobrepujaba las fuerzas humanas". Al Papa le pareció que aquellas normas de pobreza no atraerían seguidores a las filas del de Asís. Sin embargo, no convencido, el Sumo Pontífice instó a Francisco a rezar para que Dios manifestara su voluntad, de manera que una vez conocida pudiera contestarle con seguridad. Y fue en este periodo de plegarias cuando Inocencio III debió de tener su sueño. La basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma y por tanto del mundo, el símbolo de la iglesia universal, el lugar donde en la Edad Media tenía fijada su residencia la curia, se desplomaba y aquel pobre hombre la sostenía en sus hombros. Al cabo de unos días de la visión, Francisco se presentó de nuevo ante el Papa, que sensibilizado con el fervor de aquel hombre esta vez sí que le concedió la aprobación de la Regla -la aprobación verbal ya que la aprobación definitiva correría a cargo de su sucesor Honorio III-.




En el fresco de Giotto se juntan sueño y realidad. En la misma escena vemos al Papa dormido, mientras que a su izquierda Francisco, pintado a una escala gigantesca respecto a la de la basílica, vestido con el hábito característico de su Orden sostiene casi sin esfuerzo, "con una sola mano", como una cariátide, con un gesto de indolencia, la iglesia lateranense. Analicemos la secuencia alegórica ahora desde un punto de vista estructural. La basílica parece sólida, rígida, y gira toda ella como un barco cuando se hunde. Incluso el campanario perteneciente a la iglesia se ha salvado de las grietas y gira rígido a la par que la catedral. San Juan de Letrán se hunde pero nos cuesta intuir el desastre, no hay deformación ni rotura. Existe una sensación de inestabilidad, si en el fresco no se delimitaran sueño y realidad, probablemente en la siguiente secuencia la basílica de Letrán hubiera arrasado con el templete del Papa. Es curioso que para nuestros modernos códigos estructurales, este deslizamiento o hundimiento significaría también ruina; no necesitamos cruentas roturas, ni siquiera grandes deformaciones para considerar inservible una estructura, se vulnera el Estado Límite Último de Equilibrio, el edificio es inestable y Giotto acertaría con su fresco.

Llaman Hemos de visualizar el bastón de Charlot,debajo de donde descansa el papa, el mundialmente famoso vagabundo encarnado por Charlie Chaplin. Cuando Charlot se apoyaba sobre su bastón, que era de bambú y por tanto muy flexible, éste automáticamente se curvaba. Este hecho, aunque de sobra conocido no deja de ser excepcional. Pensemos en la tracción, si nos colgamos de una cuerda, como lo hacía Tarzán, ésta se alargará. Jamás veremos a Tarzán colgado de una liana con curvatura, con forma de arco. De la compresión esperáríamos el hecho contrario, lo normal digamos para una columna ante una carga axil que la comprime, sería que se acortase. Pensemos por ejemplo, en uno de esos butacones cilíndricos, al estilo oriental, rellenos de gomaespuma, que al sentarnos sueltan un bufido y se encogen, eso a menor escala de deformación es lo que debería suceder siempre. Y sin embargo, resulta que a partir de un valor de la carga axil, ¡la columna prefiere curvarse a acortarse!

La cosa tiene truco. Para que el soporte pandee es necesario que la carga tenga cierto brazo con respecto al eje de la barra, que puede tener su origen en una deformación -curvatura- previa, en la existencia de un flector o en las propias imperfecciones del elemento. Si la columna fuera ideal y perfecta y no existiese excentricidad de la carga no tendría qué provocarse el pandeo. Pero estas condiciones ideales son imposibles en nuestro mundo imperfecto y por tanto los elementos a compresión siempre pueden ser inestables. La inestabilidad es debida a que el momento hace que la curvatura sea mayor, y esto, a su vez a que haya más momento, con lo que el proceso repetidamente puede llevar al colapso por flexocompresión.




UN NUEVO INTENTO MÁS REAL

Giotto. El sueño de Inocencio III. Tabla de la estigmatización de San Francisco. Museo del LouvreY pese a todo, el mismo Giotto no debió de quedar convencido del todo con la sensación que transmitía su derrumbe de San Juan de Letrán. La prueba lo constituye la nueva versión de "El sueño de Inocencio III" que casi inadvertida aparece en una de las tablas pintada en torno a 1300 para la iglesia franciscana de Pisa. La tabla, una témpera sobre madera, se conserva hoy en día en el museo del Louvre y tiene como tema principal "La estigmatización de san Francisco", es decir, el momento en el que el Poverello recibe los estigmas de Cristo, la herida del pecho hecha por la lanzada y los de los pies y las manos hechas por los clavos. La estigmatización ocupa la mayor parte de la tabla, pero además, en su parte inferior lleva tres pequeñas pinturas sobre la vida del santo basadas en de las de Asís.





Un video acerca de más obras del autor:

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